martes, diciembre 18, 2007

jueves, diciembre 06, 2007

A qué vamos a la universidad?

Durante el tiempo que estuve en la universidad aprendí poco, conocí algunas personas interesantes y me divertí mucho (pero fuera de la escuela).

Decidí ir a la universidad a perseguir un sueño, entré en el 2002, la burbuja del internet se acababa de tronar, cientos de compañías habían perdido mucho dinero y de todas maneras yo creía en algo, que las computadoras (no las PCs que están en tu escritorio siendo subutilizadas) sino las computadoras en general y el internet, este nuevo medio que todavía era muy nuevo para saber que iba a pasar con él, algún día serian capaces de hacer que todas las cosas fueran un poco más inteligentes y por lo tanto que la sociedad sería mucho más eficiente.
Pensé que esta combinación de tecnologías
libraría a las personas de tareas repetitivas
de procesamiento de información, como hacer exceles y exceles de reportes siempre iguales, que daría mucho más libertad a las personas para dedicar su tiempo a ser creativos, a pensar, a mejorar algo, a poner su granito de arena, que incrementaría la transparencia de nuestros gobiernos, que nos permitiría comunicarnos más directamente con las demás personas, por ejemplo con las que elegimos para gobernar nuestra sociedad, que gracias a la automatización nadie tendría que llenar papelitos pidiendo un lápiz más en su oficina, que muchas actividades que antes hacían las personas, porque las máquinas todavía no eran lo suficientemente capaces de hacerlas poco a poco se irían automatizando, que íbamos a poder trabajar desde donde quisiéramos y otras muchas cosas que ahora que las escribo me doy cuenta de mi ingenuidad y de que el cambio toma tiempo.

Mi sueño era
volverme parte de esa revolución, escogí el lugar incorrecto. Un campus nuevo de una universidad con mucho prestigio en mi país, no se si también en el mundo. Porqué lo escogí? Por que estaba cerca de mi casa (que tontería) y por que en la otra universidad cerca de mi casa no había carrera de computación, por que estaba más cerca que los otros dos campus de la misma universidad que hay en mi ciudad y que están (dependiendo del tráfico) aproximadamente igual de lejos (en tiempo) de mi casa.

Los primeros semestres eramos pocos, era fácil tener contacto con los niveles más altos de la dirección y eso me daba mucha esperanza, pensaba que nos iban a escuchar si teníamos sugerencias para aprender más, para mejorar la forma en que se daban las clases, los métodos que usaban los profesores, de nuevo me equivoqué. Este no era un campus nuevo, era un campus más de una institución enorme, con miles de procesos ocultos, reglas y trámites. Cambiar una institución de ese tipo es algo que como cualquier cambio importante me di cuenta que toma tiempo.

Quiero aclarar algo, me encanta aprender. Nunca fuí mal estudiante. En prepa, lo que hacía si el profesor estaba confundiendo a mis compañeros era muy simple, le dejaba de poner atención y me ponía a pensar, en lo que fuera, pero casi siempre en preguntas estilo niño de cinco años, porqué, porqué, porqué y si no tenía preguntas, leía el libro de texto (si es que había uno) y aprendía por mi cuenta lo que le costaba tanto trabajo al profesor explicar.

Todo esto cambió en la universidad, dejó de haber libros. Durante toda mi carrera probablemente leí completos dos libros. Pero eso no es lo grave, lo grave es que si no sabes de donde sale el contenido de lo que supuestamente quieres aprender, cómo le haces para aprender por tu cuenta?, no se puede, es requisito irte a sentar al salón a ver de qué se le ocurre hablar al profesor hoy.

En la universidad sólo
en pocas clases llegué a aprender algo, de 45 materias que cursé probablemente tuve un aha! en 5, y tal vez exagero. Lo que aprendí nunca fue muy a fondo, había que terminar el plan de estudios, lo que significaba darse una mojadita de un millón de temas, todos relacionados entre sí solo porque pertenecían a la misma lista y seguían uno al otro. Para lograr cubrir el millón de temas no era necesario trabajar más tiempo fuera del salón practicándolos, lo único necesario era sentarse innumerables y largas horas viendo una gran pantalla (eso si muy moderna) con una presentación en powerpoint en donde cada diapositiva contenía cientos de palabras y oraciones en bloques de texto muy difíciles de leer, menos entender, proceso que rompía no nada más todas las reglas del sentido común sino de la psicología del aprendizaje. De vez en cuando hacíamos ejercicios, pero muy de vez en cuando. Las tareas eran del tipo prepa, qué es tal, quién fue tal, cuándo se inventó el tal, solo hubo uno que otro proyecto interesante. Las calificaciones reflejaban una mezcla de tu asistencia a la clase, el número de respuestas correctas que tuviste en los exámenes (de las cuales una gran parte involucraba recordar grandes cantidades de información durante poco tiempo), el número de tareas con letra bonita y a tiempo que entregaste, la empatía del profesor hacia ti y, como en todo, un poco de suerte. Ah nunca dije "lo que aprendiste", perdón, a veces, pero muy pocas veces, tus calificaciones reflejaban si aprendiste algo.

Porqué te cuento esto?
Si estás en mi misma situación, para que te preguntes:
a qué voy a la universidad? qué aprendí hoy? que quiero aprender a hacer?
Si eres profesor, para que tengas cuidado y
trates de no desmotivar a tus alumnos.
Si trabajas en una institución de enseñanza, para que
te pongas en contacto con la realidad de los alumnos.
Si eres padre o madre de un alumno
para que le preguntes la siguiente vez que lo veas, no qué se sacó de calificación, sino qué aprendió hoy.

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